24.03.2013 |
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JULIÁN
HERNÁNDEZ ES EL MÚSICO DE REFERENCIA DE SINIESTRO TOTAL Y VECINO DE CAMBRE Hay
cosas que definen los lugares, los tiempos y las gentes que los habitan. Y hay
espacios, como Cambre, donde los árboles son cruciales para que el visitante,
el nativo y el venidero (el residente no nativo) sepa siempre dónde se halla.
Así, en estos días, la subida desde la estación del tren hasta la iglesia de
Santa María (siglo XIII) contempla la mutilación de sus emblemáticos plátanos
de sombra. Una mutilación anunciada y vendida por la autoridad local como poda;
y que efectivamente lo es, pero es una poda salvaje, técnicamente conocida como
terciado, que desgarra las ramas con maquinarias de deforestación difícilmente
describibles y motosierras que rugen por las noches, como si de una película de
serie B americana se tratara. Se abandona, pues, la práctica de la poda
tradicional, ejecutada por expertos cada cierto tiempo, para dejar en manos de
una empresa concesionaria (en sus máquinas se puede leer "1ª en
España") una labor de difícil justificación estética y botánica que, de un
plumazo y al cabo de un montón de años de abandono, soluciona los problemas que
puedan ocasionar los pobres árboles simplemente porque crecen, algo que Dios
así les dio a entender. En todo caso, y resumiendo, un arboricidio en toda
regla.
Dejando de
lado la patética chapuza cambresa con su riesgo de ramas tronzadas cayendo
desde considerable altura al lado de cables y viviendas, los cortes de tráfico
sin que la policía local se preocupe de su vigilancia, la inseguridad de los
operarios trabajando sin las más mínimas condiciones de seguridad en
condiciones climatológicas extremas, las molestias nocturnas para los vecinos y
el incumplimiento de los bandos municipales en lo que a plazos se refiere,
dejando de lado todo esto, decíamos, el terciado de los árboles de Cambre tiene
otras interpretaciones. La carretera de la Estación tiene tres progenitores: la
Diputación provincial, la Xunta de Galicia (versión Patrimonio) y el Concello de
Cambre. La carretera, sus árboles y su ubicación: cada uno de ellos en manos de
una administración. ¿Suena esto como algo conocido y/o extrapolable? ¿Si? ¿No?
¿Tal vez?
Alguien
dirá, con toda la razón, que a quién le importan unos arbolitos, más o menos maltratados,
en los tiempos que vivimos de crisis y golpe de estado financiero. Cierto es.
Pero también es verdad que esto es un símbolo que representa muchas cosas: la
tosca zafiedad de quienes nos gobiernan, la absurda atomización de las
administraciones, el analfabetismo funcional de sus acciones y la
desconsideración para con el patrimonio del pueblo por parte de agentes que
simplemente ignoran la ética que implican sus cargos: una maraña de mequetrefes
y zascandiles que nos ha llevado a la ruina.
Los árboles
de Cambre son, ¡ay!, sólo un pálido reflejo de aquellas patadas a presos
iraquíes, de esos desahucios, de este timo en el que vivimos.
Fuente: www.laopinioncoruna.es
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