domingo, 18 de noviembre de 2012

“LA SOBREEXPLOTACIÓN Y LA CONTAMINACIÓN ACABARON CON ELLAS”



«Pagamos a primeira casa co que gañamos coas angulas»
Una centenaria de Cambre recuerda la ría de O Burgo como fuente del manjar
Escrito por:Elena Silveira
Cambre / La Voz 18 de noviembre de 2012 05:00GMT

ValoraciónCon:Hace tan solo unos días que Manuela Sabio Doldán cumplió cien años. Es verdad que tiene los achaques de la edad, que le falla el oído y que de vez en cuando confunde los recuerdos. Pero lo que no olvida son aquellos años en que, siendo muy joven, se dedicaba a recoger angulas en la desembocadura del río Mero, entre O Burgo y O Temple.
Conversando con su hija Pilar Pereira, que la ayuda a hacer memoria, Manuela relata lo sacrificado de la faena: «Había que ir coa marea. Algunhas veces era noite e había que ir con candil de carburo. E iamos pola beira do río arrastrando o trueiro ben arrimado á parede para que non escapara ningunha». Manuela se queda callada y, al poco, pide atención para relatar una anécdota que todavía hoy le hace reír: «Eu teño pescado moito, moito... pero un día un home tiña un caldeiro cheo de angulas. E tíñao tan cheo que lle saltaban para fóra do balde. ¡As angulas queren liberdade! E eu aviseino... porque entonces nós axudábamonos os uns aos outros», explica, nostálgica.
Un instinto especial
Su hija Pilar la mira con admiración porque sabe las penurias por las que pasó su madre para poder sacar la familia adelante. «Decían que era a mellor collendo angulas. Sabía sempre onde as había. E a min, sendo nena, dicíame a onde tiña que ir para collelas», comenta Pilar. ¿Y cómo tenía ese olfato? «Pois non sei», explica la madre encogiéndose de hombros. Ya entonces las angulas eran un producto que se pagaba bien. De hecho, la propia Manuela reconoce que buena parte del dinero que ganaron recogiendo angulas «serveu para pagar a nosa primeira casa... E tamén sacaron a moita xente da fame».
Hace unos cincuenta años el kilo podía llegar, en fechas señaladas, a entre 800 y 1.500 de las antiguas pesetas. «Dependía de se ese día había moitas ou non á venda», asegura Pilar. «Porque sempre foi un produto que se valorou moi ben», añade. Aunque otras veces, como rememora Pilar, había el mercado estaba tan saturado «que vendín tres cuartos de quilo de angulas por 10 pesetas, e con eses cartos puiden levar chourizos, pan e cousas que se necesitaban para a casa».
«Era peor limpar os callos»
Claro que, cuando no había clientes en la plaza de San Agustín, Manuela se volvía a O Temple y las cocinaba para los de casa: «En tortilla ou en aceite moi quente con allo e pimentón». Una costumbre que, en su familia, hace tiempo que no saborean porque en la ría de O Burgo lo que abundan a día de hoy no son, precisamente, las angulas. Aunque las condiciones para faenar eran en aquel momento muy precarias (poca ropa de abrigo o impermeable, guantes de lana, calzado inapropiado...), Manuela tiene peores recuerdos de cuando se dedicaba a limpiar los callos para las carnicerías. «Iso si que daba traballo. Era peor limpar os callos que ir ás angulas ou traballar de xornaleira», se lamenta. Y, aunque ahora las manos ya le fallan, todavía le quedan fuerzas para ayudar algo en casa.

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